Una de las razones por las que continúan estos asesinatos es que nos caben en la cabeza. Los aceptamos, anestesiados, como parte de la realidad del país. Aunque no será lo único que debamos hacer, parte de lo que tiene que suceder para que esto no ocurra más es que nos parezca imposible. Que no podamos aceptarlo. Que despertemos de la anestesia sin importar nuestra condición social o posición política.
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