En esta nota para Foco Económico, junto con Juan F. Vargas elaboramos acerca de la paradoja colombiana de una democracia estable en medio de la violencia...
"La idea de que la democracia es un antídoto para la guerra es atractiva: si las disputas se pueden llevar a la arena política en un contexto donde todos tenemos voz y voto, ¿por qué habríamos de pelear por imponer nuestras preferencias?
En efecto, conceptualmente, el acceso al poder a través de elecciones democráticas, así como su alternancia periódica, deberían reducir los incentivos para expresar desacuerdos políticos de manera violen
ta y canalizar las opiniones divergentes a través de mecanismos institucionales. Además, la relación inversa entre democracia y violencia también tiene soporte empírico: bajo ciertas condiciones, los países con democracias consolidadas tienden a tener una menos incidencia de conflictos internos.
Colombia es un país extraño. Por un lado, desde su independencia a principios del siglo XIX y con pocas excepciones, ha sido mucho más democrático que la mayoría de países en desarrollo. La única experiencia autocrática en 200 años de independencia en Colombia ocurrió entre 1953 y 1957, cuando el poder estuvo en manos del General Rojas Pinilla. Por otro lado, durante el mismo periodo, Colombia ha sido uno de los países más violentos del mundo. Solo durante el siglo XIX el país experimentó nueve guerras civiles, y en el siglo XX hubo dos conflictos internos particularmente prolongados. El último de ellos, todavía activo, comenzó en la década de los sesenta con la conformación de los grupos guerrilleros FARC y el ELN. A pesar del acuerdo de paz firmado en 2016 entre el gobierno colombiano y las FARC, la violencia continúa siendo uno de los principales problemas de Colombia.
En el capítulo sobre Colombia que escribimos para el libro Roots of Underdevelopment: A New Economic (and Political) History of Latin America and the Caribbean, editado por Felipe Valencia-Caicedo, estudiamos con un enfoque de economía política el porqué de la paradoja colombiana. Nuestro análisis enfatiza dos razones por las cuales varias de las reformas democráticas más ambiciosas de los últimos 200 años no han podido reducir el conflicto y, en algunos casos, de hecho lo han exacerbado."
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